
El jueves 04 de febrero concurrí con mi esposa al Centro de Salud Violeta Parra para recibir la vacuna contra el virus Covid-19, de acuerdo a las instrucciones del Ministerio de Salud Pública. Nos recibe Carabineros, quien solicita con la mayor amabilidad cédulas de identidad para ingresar al recinto. Luego, alcohol gel y paso a una oficina para hacer el registro correspondiente. Todo rápido y amable. Luego la vacuna, donde previamente se interroga sobre enfermedades, información previa a la vacuna misma. Dos enfermeras atienden con rostros sonrientes y trato de la mayor consideración, consejos y despedida: “Nos vemos el 4 de marzo, para la segunda dosis…”. Recibimos la vacuna sin ningún mal efecto.
Mientras espero a mi esposa, le comento a una enfermera que obra como “guardia” del lugar, que estoy asombrado de tanta eficiencia y amabilidad, me asombro de este estado de ánimo después de un año de faena incansable.
“Es nuestro deber, somos servidores públicos y estamos para servir a la población, aquí nadie se cansa, es nuestro trabajo…”. Respondo: “¡Qué diferencia con otros empleados públicos! que ponen tantas condiciones para cumplir con sus deberes y que, sin embargo, esperan en sus casas que otros trabajadores los provean de pan, seguridad, extraigan la basura, los atiendan en farmacias, en fin, tantos miles que en tareas públicas y privadas no ponen condiciones para asumir sus deberes. Sonríe, se encoge de hombros y en ese momento aparece mi esposa y me dice, «aquí viene su novia, que le vaya muy bien…”
Un familiar que nos acompaña y que vivió 9 años en Europa no oculta su admiración por tanto orden y cordialidad y nos dice: “Un trato de primer mundo…”
El propósito de esta carta es agradecer públicamente a las funcionarias y funcionarios del Centro de Salud Violeta Parra que nos atendieron con tanta amabilidad que no parecían empleados públicos. Dos compatriotas comparten con nosotros la misma impresión y me dicen: “Nos gustaría compartir con usted cuando agradezca por el diario, ante tanta pequeñez, rumores mal intencionados y ambiente tóxico, es reconfortante respirar el poco aire de Chile que no está contaminado…”
¡Gracias amigas y amigos del Centro Violeta Parra e, incluyo también a quienes dirigen ese centro porque, como se sabe, las cosas marchan bien cuando se dirigen bien!
Alejandro Witker. Historiador.
Publicada en diario La Discusión, Chillán, 14-II-2021
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