Hernán Cortés fue un conquistador español nacido en 1485 en Medellín, Extremadura, España. Hijo de una familia noble, Cortés recibió una educación básica que le permitió aprender a leer y escribir, pero su espíritu aventurero lo llevó a abandonar su hogar a los 19 años para buscar fortuna en el Nuevo Mundo. En 1504, llegó a La Española, donde se unió a la encomienda de un noble español, lo que le permitió familiarizarse con las realidades de la colonización.
Durante sus primeros años en el Caribe, Cortés se dedicó a la agricultura y al comercio. Sin embargo, su ambición era mayor, y en 1511 se unió a la conquista de Cuba bajo las órdenes de Diego Velázquez. Su liderazgo y habilidades administrativas lo hicieron destacar, y tras ser nombrado alcalde de Santiago de Cuba, comenzó a trazar sus propios planes de expedición hacia el continente americano. Sin embargo, sus relaciones con Velázquez se deterioraron rápidamente, lo que llevó a Cortés a organizar su propia expedición a México en 1519 sin el consentimiento oficial del gobernador.
Al llegar a México, Cortés se encontró con una tierra habitada por diversas culturas indígenas, entre ellas los mexicas, liderados por el emperador Moctezuma II. Cortés se valió de su astucia y de alianzas estratégicas con tribus locales que eran rivales de los mexicas, como los tlaxcaltecas. Estos aliados resultaron cruciales en su campaña, ya que le brindaron apoyo militar y logístico. Cortés logró llegar a la gran ciudad de Tenochtitlán, donde fue recibido inicialmente como un dios por Moctezuma II, quien lo confundió con el mítico dios Quetzalcóatl.
Sin embargo, la relación entre Cortés y Moctezuma pronto se volvió tensa. A medida que los españoles se asentaban en la ciudad, las tensiones aumentaron y finalmente estallaron en un conflicto abierto conocido como la noche triste, en el que los españoles sufrieron grandes bajas y se vieron obligados a retirarse temporalmente de Tenochtitlán. No obstante, la resistencia indígena no pudo frenar sus ambiciones. En 1521, con una cuidadosa planificación y un ejército reforzado, Cortés sitió Tenochtitlán y logró capturar la ciudad, marcando el fin del Imperio Mexica.
El éxito de Cortés en la conquista de México trajo consigo grandes riquezas y fama. Sin embargo, también lo convirtió en objeto de críticas y rivalidades políticas. A pesar de haber sido nombrado gobernador de Nueva España, Cortés enfrentó varios desafíos, incluyendo investigaciones sobre su conducta durante la conquista y su relación con los indígenas. En 1528, regresó a España para defender sus acciones y recuperar su prestigio. Aunque logró algunos logros, nunca recuperó completamente la influencia que había tenido en México.
Tras su regreso a España, Cortés continuó con sus actividades empresariales y exploratorias, pero su vida estuvo marcada por la controversia y la disputa. En 1536, regresó a México, donde se dedicó a la agricultura y a la administración de sus propiedades. A pesar de sus logros, Cortés no pudo escapar de las críticas y del descontento generado por su ambición desmedida y su trato a las poblaciones indígenas.”
Cortés murió el 2 de diciembre de 1547 en Castilleja de la Cuesta, cerca de Sevilla, España. Su legado es complejo; es visto como un héroe por algunos y como un villano por otros. Su papel en la conquista de México marcó un giro significativo en la historia, contribuyendo a la expansión del Imperio Español en América, pero también a la devastación de las culturas indígenas. Hoy en día, el nombre de Hernán Cortés resuena en la historia como un símbolo de la era de la conquista y el colonialismo.
En la reflexión sobre su vida, es importante considerar no solo su ambición y estrategia, sino también el impacto profundo y duradero que tuvo en las civilizaciones indígenas y en la historia de México. Su figura sigue siendo objeto de estudio y debate, lo que demuestra la complejidad de la conquista y sus repercusiones en la historia de América Latina.