Benito Pérez Galdós (1843-1920) fue uno de los más destacados novelistas españoles del siglo XIX y se le considera un pilar fundamental de la literatura en lengua española. Nació el 10 de mayo de 1843 en Las Palmas de Gran Canaria, en el seno de una familia acomodada que le permitió recibir una buena educación. Desde joven, Galdós mostró un interés por la literatura y el teatro, influenciado por autores como Charles Dickens y Honoré de Balzac.
En 1862, Galdós se trasladó a Madrid para estudiar Derecho, aunque pronto abandonó la carrera para dedicarse por completo a la escritura. Su primera obra publicada fue La fontana de oro en 1868, una novela que sentó las bases de su estilo narrativo. A lo largo de su vida, Galdós cultivó múltiples géneros literarios, incluyendo la novela, el teatro y el ensayo, pero su mayor legado se encuentra en su obra novelística.
A finales de la década de 1870 y durante la de 1880, Pérez Galdós consolidó su reputación con una serie de novelas que reflejaban la realidad social, política y económica de la España de su tiempo. Entre sus obras más reconocidas se encuentra Los episodios nacionales, una serie de 46 novelas que abordan la historia de España desde el motín de Aranjuez en 1808 hasta la Restauración en 1874. Esta obra no solo es un testimonio literario de la historia española, sino que también ofrece una profunda reflexión sobre la identidad nacional.
A través de su estilo detallado y su capacidad para crear personajes memorables, Galdós exploró temas como la lucha de clases, la moral y el destino. Su obra más famosa, Marianela, presenta la historia de una joven huérfana que se enamora de un ciego, un relato que cuestiona la concepción de la belleza y la percepción del mundo. Su estilo se caracteriza por un realismo intenso que destaca el sufrimiento humano y la complejidad de las relaciones interpersonales.
Además de su labor como novelista, Galdós también fue un prolífico dramaturgo. Sus obras de teatro, como Electra y El alcalde de Zalamea, destacaron por su crítica social y política, así como por la exploración de la psique humana. Esta faceta de su carrera lo llevó a ser muy influyente en el desarrollo del teatro español, inspirando a generaciones posteriores de dramaturgos y escritores.
En 1897, Galdós fue elegido miembro de la Real Academia Española, un reconocimiento a su contribución a la literatura española. Sin embargo, su relación con la prensa y las instituciones literarias fue a menudo tensa, ya que su crítica a la sociedad y la política de la época le valieron tanto admiradores como detractores.
A lo largo de su vida, Galdós también se interesó por la política y estuvo involucrado en movimientos progresistas. Defensor de la educación y de los derechos sociales, abogó por un cambio en la estructura socioeconómica de España, lo que se refleja en la crítica social que permea muchas de sus obras.
En los últimos años de su vida, Benito Pérez Galdós enfrentó problemas de salud, pero continuó escribiendo hasta su muerte, que ocurrió el 4 de enero de 1920 en Madrid. Su legado literario perdura hasta hoy y sigue siendo objeto de estudio y admiración. Galdós es recordado no solo como un gran novelista, sino también como un testigo agudo de su tiempo, un intelectual comprometido y un defensor de la justicia social.
La influencia de Galdós en la literatura contemporánea es innegable, y su obra sigue siendo un referente para escritores, críticos y lectores que buscan entender la complejidad de la sociedad española. Sin duda, su vida y obra se inscriben en la historia de la literatura como símbolos del realismo y de una profunda empatía por la condición humana.