Dwight L. Moody fue un influyente evangelista y educador estadounidense, nacido el 5 de febrero de 1837 en Northfield, Massachusetts. Su vida estuvo marcada por una profunda fe y un compromiso inquebrantable con la difusión del cristianismo, lo que le convirtió en una de las figuras más prominentes del movimiento evangélico durante el siglo XIX.
Moody creció en una familia pobre y fue el sexto de siete hijos. A pesar de las dificultades económicas, su madre tuvo un impacto significativo en su educación religiosa. A la edad de 17 años, se trasladó a Boston en busca de trabajo, donde empezó a asistir a una iglesia congregacional. Fue en esta ciudad donde, en 1856, experimentó una conversión espiritual en la que se sintió llamado a servir a Dios.
En sus primeros años como evangelista, Moody trabajó en la ciudad de Chicago, donde rápidamente ganó fama por su estilo apasionado y directo. En 1860, Moody se unió a la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA) y comenzó a organizar reuniones de oración y evangelización. Con el tiempo, su enfoque en la predicación y el trabajo comunitario le permitió atraer a grandes multitudes, tanto en Estados Unidos como en el extranjero.
Una de las contribuciones más significativas de Moody fue su enfoque en la educación religiosa. En 1886, con el apoyo de algunos amigos y seguidores, fundó la Escuela Bíblica de Moody en Chicago, que se convirtió en un centro educativo clave para el entrenamiento de líderes cristianos. Esta institución todavía opera hoy en día como el Moody Bible Institute, que se dedica a la preparación de ministros y misioneros.
Durante la Guerra Civil Americana, Moody se dedicó a la obra humanitaria, prestando ayuda espiritual y material a soldados y familias afectadas por el conflicto. Su influencia se extendió también a Reino Unido, donde realizó exitosas campañas evangelísticas en ciudades como Londres y Bristol. Estas giras internacionales le permitieron establecer un estilo de evangelización que combinaba la música, la oración y un mensaje directo y accesible.
Un aspecto notable de su predicación fue su uso de ilustraciones y anécdotas. Moody creía que la comunicación efectiva del mensaje cristiano debía ser clara y comprensible, refiriéndose a las Escrituras de manera que resonara con la audiencia. Sus sermones abarcaron temas de amor, redención y la salvación a través de Jesucristo, lo que llevó a muchas personas a tomar decisiones de fe.
En su vida personal, Moody también enfrentó desafíos. Su esposa, Emma C. Revell, fue un apoyo fundamental en su ministerio, y juntos tuvieron cinco hijos. La familia Moody vivió una vida de compromiso y servicio, lo que reflejaba el carácter del propio Dwight. Sin embargo, las tensiones y el estrés que acompañaban su labor evangelística tuvieron un impacto en su vida familiar, lo que él mismo reconoció como un área que necesitaba atención.
Dwight L. Moody dejó un legado duradero no solo a través de su ministerio, sino también a través de sus escritos y la formación de líderes cristianos. A lo largo de su vida, fue un defensor de la importancia de la educación teológica y de la misión. En 1899, Moody falleció en el apogeo de su ministerio, dejando una profunda huella en el cristianismo estadounidense y mundial.
Su vida y trabajo inspiraron a generaciones de creyentes y líderes. Moody es recordado no solo por su contribución a las campañas de evangelización, sino también por su dedicación a la formación de futuros líderes cristianos. Hasta el día de hoy, su influencia se siente en la iglesia y el movimiento evangélico, lo que convierte a Dwight L. Moody en un ícono de la fe y el servicio cristiano.