Manual práctico del beagle

Muchas son las personas que comparten sus vidas con animales de compañía a los que cuidan y protegen, a los que quieren y respetan incluso por encima de algunos seres humanos. Aunque generalmente se niega que tengan alma, numerosas investigaciones muestran que sienten amor y odio, son solidarios e inteligentes, distinguen entre el bien y el mal e incluso llegan a manifestar cierta trascendencia. Desde esta nueva perspectiva, si existe un más allá para los humanos, ¿por qué no para los animales? Los autores –periodistas y escritores que colaboran en diversos medios– recogen aquí...

Cuando Kuko nació era el perro más feliz del mundo. Nada le faltaba. Ni su biberón, ni su paseo diario, ni su manta para no pasar frío, ni el amor y las caricias de su familia. Sin embargo, Kuko creció y se hizo grande, muy grande y empezó a notar comportamientos muy extraños en sus dueños. Él les quería tanto que verlos discutir por su culpa le ponía triste y acabó en un rincón de la cocina, detrás del frigorífico, para no molestar a nadie. Aún así, parece que seguía siendo un estorbo.

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La tenencia de animales de compañía —entre los que destacan especialmente los perros— se ha convertido desde hace algunos años en una costumbre muy generalizada. Las páginas que siguen están dedicadas a exponer los aspectos que, desde el punto de vista del ordenamiento jurídico, resultan más interesantes para las personas que han decidido adquirir un perro, así como también para las personas que, sin ser ellas mismas propietarias de ningún perro, han asumido (por cualquier causa) la responsabilidad de la guarda y custodia del mismo.