Celeste vicio de mis días

En este libro resulta sustancial la meditación sobre la poesía misma, sobre la creación del poema, y entreverando en ello la imagen del tejido como centro de elaboración, de unificación; va en todo esto la respiración de un imaginario femenino que hace del amor uno de sus vertimientos predilectos. Aun cuando estén la soledad, las inevitables ausencias, los puentes luminosos pero transitorios del amor, hay, por sobre todo ello, eso que Freud nombró bellamente como "sentimiento oceánico", sentimiento de participatividad, de efusión casi mística, que dulcifica las negaciones y...