Disecado
¿Quién puede afirmar con honestidad que jamás se ha postrado frente a un espejo y sentido que la imagen que éste le devuelve es la de un extraño? ¿Quién puede aseverar que jamás se ha sentido un pasajero extraño dentro de su propio cuerpo o se ha quedado horrorizado al recuperar de la memoria acontecimientos realizados por uno mismo pero que parecieran obedecer a una lógica completamente ajena a la propia? Ese desdoblamiento, ese pequeño intersticio entre nuestro ser, el que enfrenta las vicisitudes de la cotidianeidad, y ese yo que pareciera habitar en un tiempo que es todo menos...