Patios interiores
La ruptura con la infancia, la cultura y las parejas deja una realidad inasible a su paso. El mundo se convierte en un lugar ajeno que toca volver a crear para poder habitarlo, para formar parte de él. Enfrentarse a ese mundo es desnudarlo y pincharlo para saber dónde y cómo duele, cómo ama o deja de amar. En Patios interiores la casa se vuelve una presencia espectral, el amor, una carga repelente e insufrible, y la niñez, una luz tenue volcada en el concreto y la carencia.