El destino de un seductor
Un día era una correcta ejecutiva y, al siguiente, Celia Tuttle se enamoraba locamente de su jefe, el magnate Aaron Bravo, un soltero empedernido. Ella sabía que jamás se casarían, pero ¿qué podía hacer?Lo primero que debía hacer era jugar limpio, así que presentaría su dimisión y después cambiaría de aspecto y de vida para conseguir superar su estúpido enamoramiento. Sin embargo, Aaron no se resignaba a dejarla marchar, e incluso había empezado a mirarla de manera diferente, una manera muy seductora... ¿Le ofrecería uno de sus famosos regalos de despedida o un amor de por...